Las revoluciones (RPM) de un motor de auto- o moto -, son las vueltas por minuto que realiza el cigüeñal del motor. En palabras simples, ¿recuerdan la película Titanic? Hay una escena donde mandan a que el barco acelere, ahí muestran al gigantesco motor girando cada vez más rápido cuanto más carbón le echaban los encargados. Bueno, eso que giraba era el cigüeñal del barco y cada giro sería una RPM. El carbón vendría siendo el acelerador del auto. Entonces, cuanto más acelero mi auto, más gira el motor y así aumentan las RPM. A la vez, cuanto más acelero, más bencina inyecto y también más gasto, ojo.
En primera hay mucha fuerza y pocas RPM, es decir cada vuelta expresa potencia en su giro y no velocidad.
La segunda es un poco menos fuerza y un poco más de RPM y así hasta la última marcha.
Finalmente, en quinta el motor va más suelto a muchas más RPM y con menos fuerza que al comienzo del movimiento.
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¿Qué pasa si conduzco a muchas revoluciones?
Si conduzco a muchas revoluciones pasan principalmente dos cosas. El menos dañino para el auto, pero sí para nuestro bolsillo es que, a quien le gusta manejar haciendo piques cortos o al filo del límite de velocidad, se les va más rápido la bencina del estanque. El otro problema es más grave.
Si acostumbras a ir a altas revoluciones, e incluso abusar de ello y pasar poco los cambios, corres un feo riesgo de sobrecalentar el motor, fundirlo y tener que repararlo por completo. ¿Por qué ocurre eso? Porque entre las RPM que soporta realizar la primera marcha y la segunda, es necesario pasar de cambio a tiempo. Es la única forma de aliviar el motor y hacer que nada se sobrecaliente y así pueda seguir girando a las RPM según la velocidad de un motor.
No hay que irse a los extremos. En ciertos casos también es bueno conducir a altas RPM. A continuación, algunos ejemplos:
En ciudades con mucha congestión vehicular o en circunstancias donde tu auto está mucho tiempo funcionando a bajas RPM, puede ocurrir que se tape el catalizador de algunos vehículos porque no se está liberando todos los gases de escape como corresponde. No intentes manejar siempre a RPM bajas para ahorrar combustible. A largo plazo las consecuencias son peores. Cuida tu máquina.
Realizar un adelantamiento en carretera. Dependiendo de las circunstancias y de las capacidades de tu vehículo, puede ser que necesite bajar un cambio para hacer el adelantamiento. Al bajar, naturalmente aumentarán las RPM, pero también la fuerza de tu motor.
En general no es bueno conducir a RPM muy bajas porque además de tapar el catalizador, puedes ocasionar otros daños por exigir al motor a realizar acciones por debajo de su rendimiento óptimo. En ese sentido, hay que decir que el torque (Nm) y potencia (HP o CV) máxima de un auto nunca se manifiesta a RPM mínimas, por lo general es cerca de 3.000 RPM o más. Depende mucho del tipo de vehículo y modelo.
Si estás andando en un terreno hostil o jeepeando, sí o sí vas a realizar maniobras a 4.000 RPM en segunda marcha y podrían estar correctamente ejecutadas. Al mismo tiempo puedes ir a 3.000 RPM en la Ruta 5 rumbo al norte a 100 km/h con el motor absolutamente aliviado en quinta.
La mejor forma de saber si las RPM, la velocidad y las marchas están en sincronía son:
Escucha tu motor. El motor debe sonar, no debe ‘gritar’, si va ‘gritando’, es hora de pasar de cambio. Pasa de marcha antes que sientas que ‘grita’.
Cada vez menos, pero se siente. Sobre todo, en marchas bajas, el motor tiende a vibrar más cuando necesitas pasar cambios. Siente tu auto.
La más simple y mundana de todas. Observar cada cierto tiempo el tacómetro; ese marcador con números del 1 al 8 que está al lado del velocímetro. En general pasas de marcha entre las 2.000 y 3.000 RPM. No te mal acostumbres solo a mirar el tacómetro; escucha y siente las RPM de tu motor.
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El NIV es el Número de Identificación Vehicular de un automóvil. Es único para cada vehículo y queda grabado en algunas partes del mismo como en la parte inferior del parabrisas del conductor, en el chasis de la rueda delantera, en el marco de la puerta del conductor o en el motor del carro.
También lo puedes encontrar en la tarjeta de circulación como serie vehicular, verificación vehicular o NIV.